Durante el siglo xiv, época en que los italianos denominan trecento , surgieron una serie de escuelas pictóricas en Italia como la de Siena y Florencia. En ellas especialmente la segunda, la profundidad y la luz, el naturalismo y la representación de los estados anímicos comienzan a ser algunas de las principales preocupaciones del artista.
La escuela sienesa demostró estar seriamente influida por la pintura bizantina. Está representada por Duccio di Buoninsegna. En esta pintura conviven los elementos góticos con la influencia bizantina.
Simone Martini,también integrante de la escuela sienesa, pintó la Majestad en 1315 en el Palacio Público de Siena, obra que el mismo restauró años más tarde. Lo más característico de su obra son los rostros de los personajes con rasgos suaves y ojos rasgados.
Cimabue, integrante de la escuela florentina, es el percusor de un importante grupo de de pintores que con sus aportaciones contribuirán a lograr un cambio decisivo dentro delarte de la pintura. Cimabue partió de una influencia bizantina imperante en aquel momento, para desembocar en un estilo más expresivo y personal en el que se puede apreciar una nueva intensidad expresiva y un renovado sentido espacial.
Giotto, máximo representante de la escuela florentina, debió realizar su aprendizaje a lado de una gran figura de la pintura como fue Cimabue. Desde muy pronto dió muestras de un increíble talento, que le habría de convertir en uno de los grandes de la pintura. Sus obras más interesantes se encuentran en Asís Padua y Florencia.
Giotto recupera el concepto de la profundidad que había pasado desapercibido durante el arte medieval y abre nuevos caminos para la pintura renacentista. En sus obras será muy frecuente encontrar a sus personajes de espaldas que ayudan a imaginar, a sugerir un espacio interpuesto, una profundidad.
domingo, 21 de febrero de 2010
¿Por qué se inicia el Renacimiento en Italia y no en Flandes o en Castilla?
¿ Por qué se inicia el Renacimiento en Italia y no en Flandes o Castilla?
Pestes, migraciones y desmoronamiento de los sistemas establecidos van a estar a la orden del día en estos momentos, provocando una inversión de las estructuras; si, hasta el momento, el poder emanaba piramidalmente desde un punto divino en claro descenso "ordenado" por las diversas clases sociales, ahora la conformación de la ciudad como centro económico va a contribuir a cambiar esta situación, oponiéndose a la estructura feudal.
Unido a esto hay que tener en cuenta también el desarrollo de un espíritu mucho más crítico que desembocará en la "escisión" de lo profano y lo religioso, el avance de la ciencia y la tecnología, el aumento en la difusión de la cultura y la aparición de una nueva clase social enriquecida, con peso en la toma de decisiones por lo tanto, muy vinculada a las urbes y que, con el tiempo, se convertirá en demandante de arte: la burguesía.
Y en este contexto de comienzos de la Edad Moderna, Italia se alzará como la gran renovadora de antiguos sistemas artísticos, por medio de la reelaboración de la herencia grecolatina y, principalmente, de la asunción de un humanismo que intelectualizará la realidad, despojándola del sentido religioso en primera instancia.
Los motivos por los cuales este proceso tiene lugar inicialmente en la península itálica son varios: por un lado, hay que tener en cuenta que el espíritu del gótico, así como sus formas, no había terminado de arraigar en este país de igual manera que en el resto de Europa. Además Italia era precursora en la moderna economía y en la organización política del territorio (mediante sus ciudades-estado) y contaba con una enorme herencia literaria, filosófica y artística clásica a la que se volverá la mirada a lo largo de los siglos XV y XVI.
Teniendo en cuenta toda esta serie de circunstancias y el cambio que se estaba operando en la concepción del mundo, era lógico que los modos existentes de representación del mismo llegaran a un punto en el que ya no fueran válidos, debiéndose encontrar otros nuevos. Sin embargo, y como ya han señalado con anterioridad autores como Hauser, el Renacimiento no supuso una completa "innovación" y ruptura con lo anterior sino que muchas de las claves que en él se pueden encontrar obedecen a la culminación de un proceso de transición iniciado ya en el medioevo.
El arte italiano del Renacimiento supondrá un resurgir de los modelos clásicos de la Antigüedad, un interés por el estudio de la naturaleza y de la forma óptima de su representación (cambia con respecto a la Edad Media no tanto la búsqueda del naturalismo como el porqué de dicha elección), el intento de consecución de la armonía en las composiciones (que se trata de conseguir por medio de la aplicación de leyes teóricas) y la aparición de una mentalidad que considera individualmente a los artistas en función de la calidad y los rasgos particulares de cada uno.
Pestes, migraciones y desmoronamiento de los sistemas establecidos van a estar a la orden del día en estos momentos, provocando una inversión de las estructuras; si, hasta el momento, el poder emanaba piramidalmente desde un punto divino en claro descenso "ordenado" por las diversas clases sociales, ahora la conformación de la ciudad como centro económico va a contribuir a cambiar esta situación, oponiéndose a la estructura feudal.
Unido a esto hay que tener en cuenta también el desarrollo de un espíritu mucho más crítico que desembocará en la "escisión" de lo profano y lo religioso, el avance de la ciencia y la tecnología, el aumento en la difusión de la cultura y la aparición de una nueva clase social enriquecida, con peso en la toma de decisiones por lo tanto, muy vinculada a las urbes y que, con el tiempo, se convertirá en demandante de arte: la burguesía.
Y en este contexto de comienzos de la Edad Moderna, Italia se alzará como la gran renovadora de antiguos sistemas artísticos, por medio de la reelaboración de la herencia grecolatina y, principalmente, de la asunción de un humanismo que intelectualizará la realidad, despojándola del sentido religioso en primera instancia.
Los motivos por los cuales este proceso tiene lugar inicialmente en la península itálica son varios: por un lado, hay que tener en cuenta que el espíritu del gótico, así como sus formas, no había terminado de arraigar en este país de igual manera que en el resto de Europa. Además Italia era precursora en la moderna economía y en la organización política del territorio (mediante sus ciudades-estado) y contaba con una enorme herencia literaria, filosófica y artística clásica a la que se volverá la mirada a lo largo de los siglos XV y XVI.
Teniendo en cuenta toda esta serie de circunstancias y el cambio que se estaba operando en la concepción del mundo, era lógico que los modos existentes de representación del mismo llegaran a un punto en el que ya no fueran válidos, debiéndose encontrar otros nuevos. Sin embargo, y como ya han señalado con anterioridad autores como Hauser, el Renacimiento no supuso una completa "innovación" y ruptura con lo anterior sino que muchas de las claves que en él se pueden encontrar obedecen a la culminación de un proceso de transición iniciado ya en el medioevo.
El arte italiano del Renacimiento supondrá un resurgir de los modelos clásicos de la Antigüedad, un interés por el estudio de la naturaleza y de la forma óptima de su representación (cambia con respecto a la Edad Media no tanto la búsqueda del naturalismo como el porqué de dicha elección), el intento de consecución de la armonía en las composiciones (que se trata de conseguir por medio de la aplicación de leyes teóricas) y la aparición de una mentalidad que considera individualmente a los artistas en función de la calidad y los rasgos particulares de cada uno.
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